jueves, 25 de enero de 2018

AMADOR

Preparaba una prueba de lengua
o de historia o de matemáticas
cuando dijeron por la radio
que era el blanco con la mejor voz negra.

No sabía de quién hablaban
aquella madrugada aunque
a mi corta edad ya desfilaba
al ritmo que marcaban los clásicos

y los clásicos son negros

Jackie Wilson, Ottis Redding,
Wilson Picket, Elvis Presley
todos negros.

Poco después le conocí.
Aún llevaba pegados a las suelas
restos de mi niñez
y, bautizado por su saliva,
supe que estaba condenado.



Por entonces
cuando apenas comenzaba
mi carrera con el Diablo
una mujer sonreía
mientras miraba las horas
en el balcón de un primer piso
y al pasar frente a su edificio
me daba dinero para traerle el pan
y me dejaba quedarme las vueltas
-todo un tesoro teniendo en cuenta
que a esa edad moría y mataba
por un par de cigarros sueltos-

y mi madre me dijo un día:
¿no sabes quién es esa señora?

No recuerdo qué andaba haciendo
cuando nos dijo adiós
el gran hombre blanco con voz de negro
alma de blues y garganta de hierro

mirar la pantalla, supongo,
pues lo supe por las redes

mirar la pantalla,
como hace un rato
cuando he recordado
de todo lo que podía recordar
            de todo el humo, del rock and roll,
                        de las noches, de la improvisación…
           

Cuando he recordado hace un rato
una de aquellas mañanas
que le compré el pan a su madre
y compré tabaco con el cambio.

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