miércoles, 21 de febrero de 2018

POR ESO CAMINO


¿Acaso os lo he pedido alguna vez?
No necesito banderas, no entiendo las fronteras
no quiero seguir tradiciones y costumbres
cuya extinción haría más soportables los días
no quiero aprender vuestros himnos
no quiero repetir vuestros salmos.

Mi casa está cerrada al odio
y mis ojos y mis pasos quiebran ante
vuestras sentencias, ya que todo
sabéis y juzgáis.

Busco el silencio,
busco un vacío que envuelva
el rumor de las terrazas,
el murmullo de las barras, de los televisores

                                                           sabed
que aquello que escupís en la pantalla
la foto del arroz con bogavante
los gintonics en macetas de cristal
se deshace frente al gesto que ilumina
la miseria vertida en el hermano
el agua estancada en los ojos de sus hijos
mientras posáis firmes ante cánticos heredados
que celebran la casualidad de los alumbramientos.



Por eso camino con auriculares
mirando al suelo.
No entro en un juego
cuyas reglas conozco
mejor que vosotros.

Ni siquiera sabéis
que yo escribí la mayoría.

Sí, he sido el peor
he odiado como no podéis imaginar
y me he precipitado por laderas
en cuyas rocas se desangrarían
todos y cada uno de vuestros ideales
si no estuvieran ya vacíos.

Así que no me deis lecciones
y dejadme en mi retiro de ficción
donde todo es más real.

lunes, 19 de febrero de 2018

DE NUEVO 16


porque empiezo a estar harto de cumplir
una y otra vez los dieciséis
porque no quiero rendirme
y sin embargo son ya muchas noches
recolectando vacíos
quisiera detenerme en un recodo del camino
dejar que mi sombra se adelante
y permitir al viento borrarme el aura

soy el fruto de un anacronismo
desciendo del silencio tras el grito
del eco de un portazo en la escalera

hermano de noches de vodka
y pólvora blanca



culpable por haber estado
y después de haberme ido
cobarde por haber huido
valiente gilipollas, siempre

cuando una noche mire el cristal
explotará el reloj de arena
entregando su tiempo a los hombres

y tal vez ese año
ya no cumpla dieciséis

creedme cuando os digo
que nos engañaron
con las bondades de la eterna juventud


miércoles, 14 de febrero de 2018

SALVAD AL TIGRE


En 1973
Jack Lemmon obtuvo al fin
el Oscar que le negaron en el 62.

Debieron ser aquellos días
—los años son días, nada más—
como la tarde que avanza
mientras se aleja el autobús
y te sientas a esperar el próximo.



Un caprichoso acordeonista expande el tiempo
haciéndonos creer en el azar y otras suertes
y hay más estrellas
en ese universo en expansión
que la suma de todos los granos
de arena de la Tierra.

Cubrid, pues, vuestros días
al fin de vino y rosas

haced como el bueno de Jack:
agarraos a una estrella
y salvad al tigre.